28 de diciembre de 2008

Capitulo 25


14 DE FEBRERO DE 1876

Vuelvo a las andadas...
La caza y la seducción son al fín y al cabo la misma fuente de placer para alguien como yo.
No existe ningún interés en simplemente abordar a una presa y alimentarte de ella... no si puedes seducirla, jugar con ella, obligarla a bajar sus defensas, deleitarla con las más oscuras artes amatorias para, finalmente, asestar el mordisco final...

Anoche fué una muy buena noche de cacería.

Se llamaba Mary Anne. Una Neoyorkina de 21 años amante de la poesía, la pintura y la música.
Fué en un piano bar del centro donde la encontré. Su prometido la acompañaba. Un estupido y vacío burgués de cerca de treinta años, que no mostraba fascinación alguna por la bella dama que se sentaba a su izquierda.
Phill no hizo ningún ademán de conocer el juego que entre su joya y yo acababa de empezar.
Yo estaba a su lado, sentado en la barra observando su precioso y largo cuello, clavando mis pupilas azules en las suyas, de un precioso color verde oscuro.

Mi mano, furtivamente, se colocó sobre la suya y la acarició.
Era más que evidente que me deseaba. Que aquella noche me había estado observando mientras yo, disimulando que estaba abstraído en la música que aquel fantástico pianista interpretaba, la miraba de reojo. Notaba sus pulsaciones acelerarse cuando volvía mi cabeza descaradamente para observar el tenue rubor en sus mejillas. Como una niña que sabe que ha sido descubierta, y le avergüenza su torpeza a la hora de ocultar sus pensamientos.

Escribí en un papel una sencilla orden, que se reuniera conmigo en la puerta del vestíbulo. Le rogué discreción.

Me levanté despidiéndome de los desconocidos que me rodeaban, y pasé suavemente mi mano por sus lumbares, consiguiendo que se estremeciera.

Cinco minutos más tarde Mary Anne había conseguido una excusa convincente para escabullirse del lado de su prometido, quizás sólo le dijera que deseaba ir al baño a empolvase la nariz... no me importaba en absoluto las consecuencias, sólo que ahora ella se encontraba a mi lado, cogida de mi brazo mientras salíamos de aquel antro de mala muerte, tan conocido por su excelente música, como por su falta de clase y elegancia.


Paseamos por los alrededores de la cara Oeste de Central Park, de camino a mi humilde morada.

La invité a subir, a lo que ella accedió sin vacilar.
Ahora yo ya era algo mas consciente de mi poder de atracción sobre las mujeres, algo que sólo los años y la cultura habían podido despertar en mi. Ese poder, sumado a la belleza natural de un vampiro, y mis años de entrenamiento, hacían casi imposible resistirse a mis deseos.

Una vez en el calor de mi hogar, su cara fué un poema al abrirse ante ella un espacio cmpletamente diferente a todo cuanto había podido imaginar hasta el momento.
Me retiré mi sombrero negro, dejé mi capa en el perchero de la entrada, y la invité a acomodarse en el sofá con la firme promesa de deleitarla con mis composiciones para piano y guitarra española.

Comencé interpretando aquella vieja canción que una vez estuvo escrita para Sonya.
Mi guitarra blanca, con su dulce sonido y su armónica belleza entre mis frías manos, resultó un elemento más hipnotizador que el canto de las sirenas, o las melodicas piezas con las que los encantadores de serpientes, sometían a las cobras a su voluntad.

Mary Anne ya iba por su segunda copa de whisky con hielo. Tenía las mejillas sonrojadas, fruto de la excitación, la emoción, y el inevitable efecto del alcohol.

Se retiró timidamente un tirante de su hombro, con el fín de incitarme a abandonar mi instrumento y acercarme a ella.

Me senté a su lado y posé lentamente mis fríos labios sobre su hombro. Tembló...
Besé su mejilla mientras mis manos acariciaban su cuello, pasando despues hasta su pecho izquierdo.
Hasta ese momento no me había percatado de sus pechos, duros como melocotones, suaves, delicados ...
Empecé a desnudarla mientras le cantaba al oído una vieja canción italiana de cuna... Aquello aceleró todavía más sus pulsaciones, las cuales llegaban a mis tímpanos tentándome a no prolongar más aquella agonía...

San Valentín... ¡oh San Valentín si me hubieses visto en tu día!...haciendo de la seducción un arte...

Decidí deslizar mi mano suavemente bajo su falda, aún cubriendo sus partes, para hacerla proferir un gemido de auténtico éxtasis...

Fué en ése mismo instante cuando vinieron a mi mente los ojos de mis dos mujeres, las dos únicas que me habían hecho feliz... Victoria y Sonya...
Y decidí no prolongar más el juego.

Rocé su cuello con mis labios, lo lamí, y acto seguido, todo había acabado ya para ella.
Dulces sueños Mary Anne...

4 comentarios:

Belén dijo...

Yo creo que mas que la riqueza lo que nos pierde son los modales, y eso los vampiros saben un huevo...

Besicos

Anónimo dijo...

uy la cosa se pone interesante
que hara un vampiro que se aburre?? XD
espero que no sea eso de que me coma eh! =P

Rafa dijo...

Muy bueno, y erótico, y sensual, además de bien hecho.

Pues a ver cómo continua

Feliz 2009

Fany dijo...

Perfecto momento... ^^ pero me da algo de pena cuando recuerda los ojos de Victoria y Sonya :_(

Un Beso!!