Hace 2 días
6 de agosto de 2009
Capitulo 40
16 DE JULIO DE 1930 (II)
No había tiempo para dialogar, ni para presentarnos, simplemente ambos sabíamos que teníamos que aunar nuestras fuerzas para acabar con ese animal sádico que en estos momentos era Letterman...
Ella se defendía como podía de sus embestidas, esquivando a derecha e izquierda sus acometidas, que más que las de un cazador experimentado, recordaban a las de un elefante furioso.
Quizás ese había sido su primer error, no mantener la cabeza fría ante el enemigo podía llegar a costarte la vida, aun encontrándote en clara ventaja. Por un momento, todos los conocimientos que me transmitió el maestro Kurosawa vinieron a mi como un súbito escalofrío...
Corrí hacia uno de los bancos de madrea y bronce del parque, y arranque una de las patas. Un fornido y macizo trozo de acero que, sostenido entre mis frías manos, haría el efecto de una espada, o un garrote.
Me gire, y observe que la joven estaba casi exhausta. No era de extrañar, teniendo en cuenta la diferencia de tamaños de ambos oponentes.
De un enorme salto, casi como si levitase, me abalance sobre la espalda de Letterman, dispuesto a desviar su atención hasta que mi joven aliada pudiera recobrar el aliento.
Ambos rodamos por el empedrado varios metros, con tan mala fortuna, de que yo quede expuesto bajo del despiadado vampiro holandés.
Letterman golpeaba enfurecido mi rostro. Sus fríos y enormes puños causaban estragos cada vez que sus nudillos encontraban mi cara. Yo trataba de deshacerme de el. De escabullirme de aquella posición de clara desventaja. Pero me resultaba imposible. Era evidente que esperaba la intervención de la chica. Aunque a estas alturas, y con un campo de visión tan pobre, no sabia si aun estaba ahí, si todavía estaría dispuesta a acabar con esa bestia sangrienta.
No era capaz de concentrarme para oír sus latidos, que por otra parte eran ahora los únicos de toda la plaza.
Simplemente, no podía. Por mis orificios nasales empezaba a fluir sangre. Había cortes superficiales en mis mejillas. Letterman no era como los otros vampiros a los que me había enfrentado, ni mucho menos.
Un golpe seco, de pronto mi enemigo desvió su atención de mi, se giro, ahí lo tenia, segundo error...
Alce mi puño y de un golpe sordo logre quitármelo de encima. Bien por mi, ahora a por el...
Vi a la joven hundir su daga en el corazón del vampiro, como si eso fuera a servir para algo, pensé para mi mismo.
Recupere mi garrote improvisado, corrí velozmente hacia Letterman, y de un empujón rápido y seco, lo atravesé a la altura del abdomen. Golpe inútil, si, pero me permitiría arrebatarle la daga a mi ahora aterrorizada amiga, y degollarlo.
Así fue, todo perfecto, salvo un detalle... a veces el animal muere matando, como el escorpión, y Letterman, antes de morir, había conseguido morderla...
La observe con angustia. Estaba herida, estaba perdida.
Ella se desmayo, cayo al suelo presa de un sopor que yo conocía perfectamente. Nuestro virus, el mismo que años atrás me había convertido a mi, el de Victoria, corría ahora libremente por su torrente sanguíneo... y ya no había nada que pudiera hacer.
Maldije a voz en grito su suerte. Otra vampira. Otra victima que no había podido elegir...
Incinere el cuerpo de Letterman con los trozos de madera de los bancos del parque. Para cuando lo encontrasen, solo seria un montón de hollín y huesos quemados.
Me acerque a la extraña invitada a tan macabra batalla, la recogí entre mis brazos, y salí corriendo. Entre las sombras, como siempre había hecho, como tan bien sabia hacer.
17 DE JULIO DE 1930
No es capaz de hablar, solo de susurrar palabras sin sentido. Ahora mismo, una dosis de sangre la mataría, pero una ración de alimentos mortales también. Tiene hambre, lo percibo, pero el cambio aun no es efectivo.
Solo puedo tenerla atada de pies y manos, y esperar a que todo acabe el tercer día.
Esta noche saldré a cazar algunos animales domésticos, para que en el momento mismo en el que acabe el proceso de transformación, tenga algo que llevarse a la boca.
19 DE JULIO DE 1930
Hoy ha despertado cambiada.
Sus ojos son del color que menos deberían ser... azul aguamarina.
Esto es una prueba inequívoca de que ya ha acabado todo.
Al ver a los gatos y perros que le traje se ha abalanzado sobre ellos. No h dejado ni una sola gota de sangre en sus aun calientes cadáveres.
Acto seguido, me ha mirado, con una expresión de pavor, de culpa, y ha roto en llanto.
Pobre chica, jamás volver a ser una mujer normal. Nunca envejecerá, ni podrá conocer el gozo de tener un hijo, o un nieto...Esto son cosas que solo valoras de verdad cuando llevas mas de un siglo por el mundo, vagando sin nombre ni causa.
20 DE JULIO DE 1930
Se llamaba Sonne.
Era una caza vampiros contratada por la iglesia para seguirme, conocedores de ese secreto a voces... que Letterman me buscaría para darme muerte.
Su misión era acabar con el bastardo holandés y ya de paso, conmigo.
Ella era descendiente de una larga estirpe de cazadores de vampiros. Su condición de hija única le había llevado a asumir el testigo, ya que carecían de un varón que lo desempeñase.
Hacia cinco años que su familia había muerto en una emboscada. Ninguno de ellos había sido convertido, ya que los autores se aseguraron de decapitarlos una vez habían bebido su sangre.
Sonne estaba sola. Completamente sola en este maldito y cruel mundo. Bueno, casi sola. Ahora me tenía a mí para guiarla y enseñarle los fundamentos básicos del vampirismo.
No obstante, al contarme su historia entendí su reacción tras beber la sangre de los gatos.
La cazadora cazada, por así decirlo. De caza vampiros a vampiro. La crisis de identidad y de valores era más que evidente.
Se había convertido en aquello que más había odiado toda su vida, y especialmente tras la masacre sufrida por su familia...
Ahora se mostraba mas serena que en el día predecesor, no obstante, tenia miles de preguntas por responder, y yo era su único nexo de unión entre lo que había sido, lo que era, y lo que estaba a punto de ser...
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